El siluro es un pez originario de los países del este, un pez voraz que se adapta a condiciones extremas. Son los reyes del río o embalse ya que llegan a medir como máximo dos metros sesenta, por lo cual no tiene nada a lo que temer.
Su dieta es muy variada, se suelen adaptar al alimento que haya en el entorno como pueden ser crustáceos, aves, peces, etc. Cualquier animal que le quepa en la boca peligra a su lado.
Cuando se da la climatología de bajas temperaturas, puede ser que los peces, en general, coman mal. Golpean con la boca cerrada sin llegar a engullirlo. No obstante, los siluros son animales territoriales y, aunque no se lo coman, tienen el instinto de defender su terreno.
Como norma general, para localizar a este tipo de peces, el pescador debe situarse junto a una entra de agua. De esta manera, los pequeños peces caen por la corriente y ahí están estos colosos esperándolos. Principalmente estamos hablando de pequeñas carpas y barbos.
Pero hay que tener en cuenta que, para traer al siluro hacia el pescador, hay que esquivar los múltiples obstáculos y coberturas que tienen para meterse. La corriente también es un factor importante del que siempre se ayudan estos animales.
La tensión que todo pescador vive en su jornada de pesca se puede palpar cuando, en cada lance, los peces tocan los señuelos y es cuestión de unos pocos minutos que alguno coja el señuelo con ganas y se le pueda clavar.
Una vez realizada la picada, estos peces gigantes luchan sin cesar, dándolo todo y, una vez que se consigue frenar todos sus envites, sigue siendo muy difícil echarle el guante.
En este documental de Iberalia GO!: «Siluros en Alcántara» podrás vivir toda la experiencia y sentir la intensidad de la pesca del siluro.